La infección por el virus de inmunodeficiencia humana es uno de los principales problemas de salud pública que tiene planteado nuestro país. Aunque en España la epidemia de SIDA comenzó más tardíamente que en el resto de Europa, en pocos años hemos ido escalando los primeros puestos en número de casos, hasta convertirnos en uno de los países que más casos aporta a las cifras europeas y cuya población sufre una gran afectación por el SIDA. El SIDA no sólo es un problema sanitario, sino también social y económico. Afecta a colectivos jóvenes, en plena etapa productiva, y genera un gran sufrimiento individual, familiar y social. La aparición de esta enfermedad ha revolucionado las estructuras sanitarias y sociales, e incluso ha cambiado las propias reglas de convivencia de los ciudadanos. El SIDA no es una enfermedad infecciosa común. Es una enfermedad esencialmente condicionada por la conducta humana. La construcción social del sida ha estado sujeta desde sus inicios a factores diversos que han convertido la enfermedad en justificación de rechazo, culpabilización, represión, discriminación y estigmatización de seropositivos, enfermos y sus familias, así como de diversos colectivos de personas, los llamados “grupos de riesgo” (prostitutas, usuarios de drogas por vía parenteral, promiscuos, etc.) o las famosas tres “h” ( homosexuales, hemofílicos y haitianos). El rechazo social generado hacia los afectados por vih/sida se enraíza a la dura realidad que presenta la enfermedad ( es mortal, crónica, progresivamente incapacitante, transmisible, con una ausencia grave de redes sociales de apoyo, asociada a temas tabú en nuestra sociedad como el sexo, drogas, etc. ) Los afectados por vih/sida van a presentar, a menudo, una diversidad de problemas derivados, principal o secundariamente de la enfermedad misma y de su problemática psico-social que van a afectar, sobre todo, su calidad de vida. A raíz del diagnostico, han de enfrentarse a cambios sustanciales en todas las áreas de su vida social, familiar, de pareja, laboral, sexual, biológica, etc. Así, por ejemplo los afectados por el vih/sida tienen problemas de depresión, ansiedad, ideas de suicidio, culpabilidad, miedo, trastornos obsesivos, frustración, cambios de los planes vitales futuros (tener hijos, estudios, etc.), disfunciones sexuales, separaciones y divorcios, situaciones de desempleo de larga duración y no cobertura de pensiones, problemas asistenciales de vivienda y alimentaria, desestructura familiar, etc. Por estos motivos la Asociación Concordia Anti-SIDA nace con la pretensión de cubrir estas necesidades, mediante un plan que recoja actividades tendentes a frenar la progresión de la infección por VIH mediante tareas de información y prevención, garantizar la atención integral de la persona infectada por el VIH y enfermos de SIDA, así como a familiares y allegados. El año 2006 fue el triste aniversario del fenómeno del Sida y ya miramos atrás a dos décadas de vida donde un virus virulento ha atacado con un éxito horroroso nuestro mundo. Fue en 1981 cuando se dieron a conocer en Los Ángeles, cinco adultos varones homosexuales que presentaron una neumonía y otras infecciones oportunistas. Estas son infecciones que se dan exclusivamente en personas con sistema inmunitario defectuoso. En poco tiempo se describieron en otras ciudades norteamericanas pacientes con casos similares no solamente entre varones homosexuales sino también en mujeres, en niños pequeños, en personas que habían recibido transfusiones, en hemofílicos, en adictos a drogas. Esto vino a demostrar que el Sida no era una enfermedad exclusiva de los gays, aunque sean los homosexuales varones un grupo especialmente afectado. Después de años de investigación sobre todo del Instituto Pasteur en Francia e institutos en Norteamerica se podía aislar el virus que se determinó denominar VIH (Virus de la inmunodeficiencia humana). En 1986 se producen novedades con respecto al virus. Se comunicó la existencia de un “nuevo” virus aislado en enfermos de Sida, procedentes de África Occidental. Investigaciones demostraron que el virus era diferente, pero era muy similar y pertenecía a la misma familia. Hoy se sabe que existen dos agentes productores del Sida el VIH-1 que es más frecuente y el más agresivo, y el VIH-2 que se da preferentemente en el África noroccidental y que es menos virulento que el VIH-1. Aunque hoy día sabemos mucho más acerca del virus y podemos reducir nuevas infecciones en ciertos grupos de España, no se ha dado este alivio para todo el mundo. El Sida comienza una nueva marcha de triunfo en los países del Este, sigue su camino de destrucción en África y Latinoamérica y parece que entra en una segunda generación. Comienza a forzar su camino a las familias, las infecciones de mujeres aumentan y de los niños, esto también aquí. Tenemos que comprender que solamente no ser drogadicto u homosexual no nos protege. La transmisión en la mayoría ocurre por vía sexual y esto depende únicamente de nuestro comportamiento.
El VIH está compuesto por una serie de elementos y, concretamente en la superficie, presenta una glicoproteina denominada gp120, que se une a las células que tienen en sus membranas los receptores CD4. Muy recientemente se ha podido demostrar que el VIH necesita no solo el receptor CD4 para acoplarse a la célula sino también de otro denominado CD26. Se ha querido comparar al VIH con la carga de un barco y a la célula con el muelle del puerto. A fin de que la descarga del barco pueda llevarse a cabo, es necesario en primer lugar de una amarra que inmovilice al barco y lo fije al muelle, en segundo lugar de una grúa que permita extraer la carga de la bodega y lo deposite en tierra. Es decir si no hay receptor CD4 el VIH no puede fijarse a la célula, si falta el CD26, no puede introducirse en la misma. Esta unión es muy fuerte y hace que el VIH se una selectivamente a las células que poseen estos receptores, que son fundamente los linfocitos T4. Estos son las células rectoras del sistema inmunitario. Tras la integración del virus comienza un período de latencia en que se lleva a cabo la síntesis proteica y posteriormente, se produce el brote, un auténtico “parto” de nuevos virus que abandonan esta célula, la cual queda destruida, y van en busca de nuevos linfocitos T4 que se van destruyendo lentamente. Uno de los hechos más preocupantes radica en que los nuevos virus tienen una marcada inestabilidad; dicho de otra manera, los “virus hijos” son parecidos pero no son idénticos al “virus padre”. Estas constantes generaciones de VIH “diferentes” explican el hecho de que la enfermedad progrese, a pesar de que el individuo presente elevados niveles de anti-cuerpos, explican las dificultades que se están encontrando para conseguir una vacuna y explican también la resistencia al tratamiento con Zidovudina, que se observa después de varios meses. Esta mutación constante y rápida es una táctica de este virus por la cual consigue sobrevivir y expandirse con tanto éxito. Hasta ahora no se ha encontrado ninguna táctica para combatir este comportamiento del virus. |